El pasado martes 25 de octubre, una escolar de 12 años cayó del cuarto piso del colegio Saco Oliveros ubicado en Salamanca en el distrito de Ate Vitarte. Frente a este trágico acontecimiento, los padres de la menor indicaron que la adolescente venía sufriendo de bullying en el centro educativo y que lo ocurrido fue producto de una negligencia por parte de las autoridades de la institución.
Este caso generó una señal de alerta y preocupación en el país, evidenciando que el bullying no solo es una realidad que ocurre con frecuencia, sino que además, se incrementa día a día. De acuerdo al sistema SiseVe del Ministerio de Educación, en lo que va del año, se han registrado 7621 casos de violencia escolar en todo el Perú, siendo esta cifra aproximadamente 10 veces más que los 768 casos reportados en el 2021.
¿Qué tan preparados estamos para abordar esta problemática?
Según Indecopi, existen protocolos establecidos para la atención de casos de violencia contra niños y adolescentes, pero dadas la cifras, es evidente que estos protocolos no son suficientes para proteger y velar por la integridad de los escolares. Muchas instituciones educativas en el Perú no cuentan con un acompañamiento psicológico dirigido por un profesional de la salud mental , por ende, no existe un adecuado soporte ni medidas de prevención frente al acoso escolar.
En este sentido, ¿cómo podemos actuar frente al bullying y qué medidas de prevención deberíamos emplear para proteger a nuestros menores hijos?
Para empezar, debemos identificar cómo actúa una víctima de bullying en un ambiente en donde se ejerce violencia intencionada, repetitiva y prolongada, pues es común que oculten lo que les pasa debido a sentimientos de vergüenza, culpa y miedo. Los niños y adolescentes que sufren de acoso escolar pueden presentar cambios de conducta notorios, tales como:
- Una baja en el rendimiento escolar debido a las dificultades para concentrarse en un espacio amenazante y hostil.
- Cambios de humor repentinos, tristeza, ira, ansiedad.
- Lesiones físicas, pérdida o daño de sus objetos personales.
- Tendencia a la auto-culpabilización y una baja autoestima.
- Dificultades para dormir y conciliar el sueño, insomnio.
- Mostrarse en un estado de alerta constante.
- Signos de apatía, introversión y retraimiento.
- Aparición de ideas y pensamientos suicidas.
Una vez que hemos identificado estas señales, es importante generar un espacio de confianza y diálogo para indagar si lo que estamos percibiendo es propio de una víctima de bullying, podemos utilizar preguntas como : “¿Qué tal te llevas con tus compañeros en el aula?” “¿Cómo te tratan?” “¿Cómo les tratas a ellos?” “¿Qué haces en los recreos?” “¿Cómo es la relación con tus compañeros a través de las redes sociales?”. Si finalmente confirmamos que estamos tratando con una víctima, nos corresponde escuchar y validar su experiencia, evitando minimizar lo que les ocurre. Además, podemos mostrar una actitud de apertura y solidaridad en donde le hagamos saber al niño u adolescente que puede sentirse a salvo con nosotros.
Finalmente, debemos reportar el caso a los docentes y directivos, la institución educativa debe responsabilizarse de la situación y brindar los protocolos y el acompañamiento psicológico respectivo a todos los involucrados.
La forma de prevenir este flagelo viene por parte de la acción concertada entre escuela y la familia; se debe propiciar un lugar de seguridad y armonía para sus estudiantes, por lo que, abordar cualquier indicio de hostigamiento es la clave para evitar una situación de bullying. Los comportamientos agresivos en un niño o adolescente son aprendidos y pueden ser corregidos y reestructurados. Si los padres y docentes notan conductas de agresividad en un menor al momento de estar con sus compañeros, se debe frenar la situación e invitar al diálogo y a la reflexión.
La prevención debe darse de forma integral proporcionando la información necesaria al alumnado y a los docentes, y promocionando el desarrollo de valores como el respeto, la empatía, la tolerancia y la solidaridad. Si se trata de estudiantes involucrados en casos de acoso, tanto la víctima como el agresor deben recibir apoyo psicológico por parte de un psicólogo o psicoterapeuta.
Referencias:
- Milla de León, F. (28 octubre del 2022). El impresionante aumento de casos de bullying: se multiplicaron por 10 en colegios del Perú tras retorno presencial. El Comercio Perú.