El Duelo: Más allá de las etapas
El duelo es una experiencia inevitable y profundamente humana que enfrentamos cuando perdemos algo importante en nuestras vidas y nos desafía a encontrar un nuevo equilibrio emocional. A veces, podemos escuchar sugerencias sobre “dejar atrás” lo ocurrido o que ya ha pasado “demasiado tiempo”; sin embargo, el duelo no sigue un calendario y no es tan sencillo como cerrar un capítulo: cada persona necesita su propio tiempo y espacio para procesar una pérdida. En este artículo, queremos acompañar en la comprensión de este proceso, ofreciendo una perspectiva que permita entender lo que uno mismo o alguien cercano pueda estar viviendo, y cómo encontrar un propio camino hacia la sanación.
¿Qué es el duelo?
El duelo es una respuesta natural ante cualquier tipo de pérdida significativa. No solo se trata de lo que sentimos ante el fallecimiento de un ser querido; también puede surgir en situaciones como un divorcio, la pérdida de un trabajo, o cuando nuestras expectativas y sueños se ven frustrados por distintas circunstancias. Durante este proceso, podemos sentir una amplia gama de emociones, pensamientos y comportamientos (Worden, 2009), sin que exista un “camino correcto” para transitarlo. Lo importante es reconocer que es normal sentirse de diferentes maneras en distintos momentos y está bien.Para comprender el proceso del duelo, se han elaborado diferentes modelos teóricos, cada uno buscando explicar y guiar a quienes lo experimentan a través de un marco comprensible.
Modelo clásico de las etapas del duelo
El modelo de las cinco etapas del duelo, propuesto por Elisabeth Kübler-Ross (1969), ha sido una de las teorías más influyentes en la comprensión del duelo. Según este modelo, quienes atraviesan una pérdida suelen pasar por cinco etapas:
1. Negación: Un rechazo inicial a aceptar la realidad de la pérdida.
2. Ira: Frustración e impotencia que pueden dirigirse hacia uno mismo, los demás o incluso hacia lo perdido.
3. Negociación: Intentos de hacer tratos o compromisos, a menudo con una fuerza superior, buscando revertir la pérdida.
4. Depresión: Profunda tristeza y desesperación ante la inevitable realidad de la ausencia.
5. Aceptación: Reconocimiento de la pérdida, lo que abre el espacio para empezar a avanzar.
El modelo de Kübler-Ross ha sido invaluable en ofrecer un marco que ayuda a dar sentido a las emociones complejas que surgen durante el duelo. Sin embargo, es importante recordar que no todos pasan por estas etapas de la misma forma o en el mismo orden. A veces uno puede sentir que ha avanzado y luego encontrarse en una etapa “anterior”. Esto no es un retroceso, es parte natural del proceso. El duelo no sigue un patrón lineal, y cada persona puede moverse entre estas etapas de manera distinta, reflejando la profundidad y la variabilidad de sus emociones (Worden, 2009).
El doliente como agente activo
Hoy en día entendemos que el duelo no es un proceso secuencial y pasivo. Cada persona tiene un papel activo en cómo maneja su dolor y cómo encuentra formas de continuar. Esto puede significar explorar nuevas maneras de darle sentido a lo que se ha perdido sin quedar atrapado en la nostalgia, como buscar apoyo en nuestros seres queridos. Cada paso que damos, por pequeño que parezca, es un paso hacia adelante en la transición hacia integrar lo que ha cambiado como parte de nuestra vida.
El Modelo Integrativo Relacional de Alba Payás
Uno de los enfoques contemporáneos más relevantes es el modelo integrativo relacional de Alba Payás (2014). Este enfoque invita a mantener una conexión transformada con lo que se ha perdido, buscando un equilibrio entre honrar el recuerdo y encontrar formas de seguir adelante. No es necesario “superar” la pérdida como si se pudiera dejar atrás sin más; lo que ocurre es que esa conexión se reconfigura, adaptándose a la vida presente. Payás propone que, a través del duelo, se pueden realizar tareas que ayudan a integrar la experiencia, permitiendo seguir viviendo sin perder de vista lo que ha sido valioso.
Estas tareas pueden incluir:
● Aceptar la realidad de la pérdida: No solo en un sentido cognitivo, sino también emocional, procesando gradualmente la ausencia.
● Trabajar las emociones y el dolor: Permitir que lo que sentimos aflore y ser capaces de afrontarlo de manera saludable, sin reprimirlo.
● Adaptarse al entorno sin lo perdido: Reestructurar la vida diaria, las rutinas y el sentido de propósito ante la nueva realidad.
● Resignificar la experiencia: Encontrar un lugar simbólico a lo que ya no está, permitiendo que su recuerdo siga siendo significativo, pero sin impedir el avance hacia nuevas experiencias.
Conclusión
El duelo es una experiencia profundamente personal, que no sigue un único camino ni se puede reducir a una serie de pasos rígidos. Aunque modelos como el de las etapas de Kübler-Ross nos brindan un marco útil para entender algunas de las emociones que pueden surgir, es fundamental reconocer que el duelo puede ser un camino no lineal con altibajos. Modelos como el integrativo relacional de Alba Payás nos invitan a mantener un vínculo transformado con lo que hemos perdido, integrando esa ausencia en nuestras vidas de forma que nos permita seguir adelante con un nuevo sentido de propósito.
Si en algún momento lo que sentimos se vuelve muy difícil de manejar o simplemente surge la necesidad de hablar, es importante recordar que buscar apoyo profesional no es un signo de debilidad, sino una herramienta que puede ayudar a encontrar nuevas maneras de abrazar el presente sin olvidar el pasado.
Referencias
● Kübler-Ross, E. (1969). On Death and Dying. Macmillan.
● Payás, A. (2014). Las tareas del duelo: Psicoeducación y acompañamiento. Editorial Paidós.
● Worden, J. W. (2009). Grief Counseling and Grief Therapy: A Handbook for the Mental Health Practitioner. Springer Publishing Company.
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