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Hacia la obsolescencia de los métodos tradicionales de evaluación científica en psicología: El rol de la IA.

La psicología, como disciplina científica, ha buscado comprender el comportamiento humano a través de métodos diversos: el enfoque cuantitativo, con su aspiración a la medición objetiva y la generalización; el enfoque cualitativo, con su mirada hermenéutica y su capacidad de captar significados subjetivos; y el mixto, que intenta conciliar la rigurosidad estadística con la profundidad interpretativa (Creswell & Plano Clark, 2017). Estos paradigmas, aplicados en múltiples contextos (clínico, educativo, social y organizacional), han configurado la práctica investigadora durante más de un siglo.

Sin embargo, los avances tecnológicos y la irrupción de la inteligencia artificial (IA) han modificado las condiciones de producción de conocimiento en las ciencias sociales. Hoy, cada interacción con un dispositivo electrónico —un clic, un desplazamiento en la pantalla, una compra en línea o una conversación digital— se convierte en un registro susceptible de análisis masivo. Este ecosistema de big data conductual plantea una amenaza y una oportunidad: amenaza porque cuestiona la vigencia de los métodos tradicionales; oportunidad porque permite acceder a escalas y niveles de granularidad previamente inimaginables (Mayer-Schönberger & Cukier, 2013).

Este artículo examina críticamente la necesidad de renovar la investigación científica en psicología en un contexto marcado por la masificación de datos y el poder creciente de la IA. Se analizan las limitaciones de los enfoques clásicos, las nuevas posibilidades de la psicología computacional, los dilemas éticos emergentes y la urgencia de construir un nuevo paradigma metodológico.

1. Los límites de los métodos tradicionales

1.1. El enfoque cuantitativo

El paradigma cuantitativo, basado en la tradición positivista, ha permitido medir, correlacionar y predecir conductas bajo condiciones de control experimental y análisis estadístico. Su aporte a la validación psicométrica y a la construcción de instrumentos estandarizados es incuestionable (Anastasi & Urbina, 1997). Sin embargo, su limitación principal radica en el contexto artificial y reducido en el que opera: muestras pequeñas, ambientes controlados y tiempos restringidos. Frente a un mundo hiperconectado, esta escala parece insuficiente para capturar la complejidad dinámica del comportamiento.

1.2. El enfoque cualitativo

La tradición cualitativa, enraizada en la fenomenología y la hermenéutica, permite acceder al sentido subjetivo de la acción, privilegiando la voz de los participantes (Denzin & Lincoln, 2011). No obstante, su debilidad está en la falta de generalización y en su dependencia de la reflexividad del investigador. Además, requiere participación consciente y activa del sujeto, lo cual excluye el enorme caudal de datos no intencionales que se generan en la vida digital cotidiana.

1.3. El enfoque mixto

El enfoque mixto surge como una tentativa de conciliación, integrando la estadística con la interpretación. Sin embargo, su aplicación práctica suele estar limitada por cuestiones de viabilidad, costo y complejidad técnica. Además, sigue dependiendo de diseños intencionales y, por tanto, no alcanza la escala de los datos masivos generados por la interacción tecnológica.

2. El advenimiento del big data conductual

La expansión de internet, las redes sociales, los dispositivos móviles y los sensores biométricos ha configurado un entorno donde el comportamiento humano es continuamente registrado. Conceptos como la psicometría digital y la psicología computacional emergen como nuevos campos que aprovechan esta abundancia de datos (Yarkoni, 2020).

Ejemplos notables incluyen:

  • Análisis de personalidad a partir de huellas digitales: Kosinski, Stillwell y Graepel (2013) demostraron que los “likes” de Facebook permiten predecir con gran precisión rasgos de personalidad, orientación sexual e incluso ideología política.

  • Inferencia emocional mediante machine learning: algoritmos capaces de identificar estados emocionales en grabaciones de voz o videos mediante microexpresiones y entonación (McDuff et al., 2019).

  • Wearables y salud mental: dispositivos que monitorizan sueño, actividad física o frecuencia cardíaca, generando datos predictivos sobre niveles de estrés o riesgo de depresión (Mohr et al., 2017).

Estos desarrollos revelan una diferencia sustantiva: los métodos tradicionales se basan en muestras voluntarias y conscientes, mientras que la IA se alimenta de datos espontáneos y masivos, generados en la cotidianidad y muchas veces sin la conciencia del sujeto.

3. Escala y complejidad: la crisis de relevancia

La cuestión central no es la validez epistemológica de los métodos clásicos, sino su crisis de escala y relevancia. En un contexto donde Google, Meta o TikTok procesan millones de interacciones por segundo, los experimentos con muestras de 200 participantes resultan marginales.

Yarkoni (2020) advierte que la psicología enfrenta una “crisis de generalizabilidad”: los hallazgos de laboratorio, obtenidos en contextos artificiales y con muestras limitadas (frecuentemente estudiantes universitarios de países occidentales), difícilmente se extrapolan a la diversidad cultural y tecnológica del mundo actual. En cambio, el big data ofrece representaciones masivas y dinámicas del comportamiento, lo que amenaza con volver irrelevantes los diseños convencionales.

4. El dilema ético: privacidad, consentimiento y poder

La incorporación de la IA en la investigación psicológica plantea dilemas éticos de enorme magnitud:

  1. Consentimiento informado
    ¿Cómo garantizarlo cuando los individuos generan datos sin saberlo? El modelo clásico de ética en investigación se vuelve insuficiente ante la opacidad algorítmica.

  2. Privacidad y vigilancia
    Shoshana Zuboff (2019) describe este fenómeno como “capitalismo de vigilancia”: la captura y monetización de datos psicológicos para fines comerciales o políticos. El riesgo es que la psicología se convierta en un instrumento de control más que en una ciencia emancipadora.

  3. Concentración de poder
    Las grandes corporaciones tecnológicas poseen los datos y la infraestructura analítica. Esto crea una brecha entre quienes pueden acceder a información masiva y las universidades públicas o investigadores independientes, reproduciendo desigualdades epistémicas.

  4. Responsabilidad social
    La psicología debe defender su rol ético, asegurando que la investigación con IA sirva para el bienestar humano y no para la manipulación masiva.

5. Hacia un nuevo paradigma integrador

La psicología no puede ni debe renunciar a sus métodos clásicos, pero sí necesita renovarse en tres direcciones fundamentales:

  1. Integración metodológica ampliada
    Combinar la validez interna de los métodos experimentales con la validez ecológica de los datos masivos. Esto implica aprender a trabajar con bases de datos gigantes, sin renunciar al control teórico de las variables.

  2. Interdisciplinariedad radical
    Psicólogos trabajando junto a científicos de datos, estadísticos, ingenieros y filósofos. La complejidad del comportamiento humano en la era digital exige un abordaje conjunto.

  3. Ética digital
    Redefinir el consentimiento informado en el contexto de la trazabilidad digital, generar marcos normativos sobre privacidad y promover una investigación orientada al bienestar y no a la manipulación.

  4. Educación y formación
    Los nuevos psicólogos deben formarse en alfabetización digital y competencias en ciencia de datos. De lo contrario, la disciplina corre el riesgo de perder relevancia en un mundo gobernado por algoritmos.

6. Discusión crítica

El debate no es entre “métodos tradicionales vs. IA”, sino sobre la relevancia de la psicología como ciencia del comportamiento. Si la disciplina se aferra únicamente a sus paradigmas históricos, corre el riesgo de ser desplazada por los conglomerados tecnológicos que ya analizan, predicen y modifican conductas a gran escala.

No obstante, el riesgo contrario es igual de grave: asumir acríticamente la potencia de la IA sin considerar sus implicancias éticas y epistemológicas. Una psicología “dataficada” sin reflexión crítica puede transformarse en mera ingeniería social al servicio del mercado o de regímenes autoritarios.

Por ello, la renovación metodológica debe estar anclada en un compromiso ético-político, recuperando la misión original de la psicología: comprender y promover el bienestar humano, no simplemente describir o predecir patrones de consumo.

Conclusiones

La psicología se encuentra en una encrucijada histórica. La irrupción de la IA y el big data no es una moda pasajera, sino un cambio estructural en la producción de conocimiento. Los métodos cualitativos, cuantitativos y mixtos siguen siendo valiosos, pero ya no bastan por sí solos.

La renovación de la investigación científica en psicología requiere:

  • una integración metodológica que articule tradición y novedad;

  • una ética digital que proteja la dignidad humana;

  • una formación interdisciplinaria que prepare a los psicólogos para dialogar con la ciencia de datos;

  • y una posición crítica frente a los usos corporativos y políticos de la información conductual.

Si la psicología no asume este desafío, corre el riesgo de quedar reducida a un saber obsoleto, mientras que las empresas tecnológicas dictan el futuro del estudio del comportamiento humano.

Referencias

  • Anastasi, A., & Urbina, S. (1997). Psychological testing (7th ed.). Upper Saddle River, NJ: Prentice Hall.

  • Creswell, J. W., & Plano Clark, V. L. (2017). Designing and conducting mixed methods research (3rd ed.). Thousand Oaks, CA: Sage.

  • Denzin, N. K., & Lincoln, Y. S. (2011). The SAGE handbook of qualitative research (4th ed.). Thousand Oaks, CA: Sage.

  • Domingos, P. (2015). The master algorithm: How the quest for the ultimate learning machine will remake our world. New York: Basic Books.

  • Kosinski, M., Stillwell, D., & Graepel, T. (2013). Private traits and attributes are predictable from digital records of human behavior. Proceedings of the National Academy of Sciences, 110(15), 5802–5805. https://doi.org/10.1073/pnas.1218772110

  • Mayer-Schönberger, V., & Cukier, K. (2013). Big data: A revolution that will transform how we live, work, and think. Boston: Houghton Mifflin Harcourt.

  • McDuff, D., Kaliouby, R. el, Senechal, T., Amr, M., Cohn, J., & Picard, R. (2019). Affectiva-MIT Facial Expression Dataset (AM-FED): Naturalistic and spontaneous facial expressions collected “in-the-wild”. IEEE Transactions on Affective Computing, 10(1), 18–31. https://doi.org/10.1109/TAFFC.2017.2755389

  • Mohr, D. C., Zhang, M., & Schueller, S. M. (2017). Personal sensing: Understanding mental health using ubiquitous sensors and machine learning. Annual Review of Clinical Psychology, 13, 23–47. https://doi.org/10.1146/annurev-clinpsy-032816-044949

  • Yarkoni, T. (2020). The generalizability crisis. Behavioral and Brain Sciences, 43, e1. https://doi.org/10.1017/S0140525X20001685

  • Zuboff, S. (2019). The age of surveillance capitalism: The fight for a human future at the new frontier of power. New York: PublicAffairs.

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About Luis Lazarte

Doctorando en Psicología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (C.PS.P. 27216). Magíster en Dirección de Personas por la Universidad del Pacífico. Magíster en Desarrollo Organizacional y Recursos Humanos por la Universidad del Desarrollo de Chile. Miembro internacional de la American Psychological Association (APA). Miembro de la División 12 | Sociedad de Psicología Clínica de la APA. Especialista en Recursos Humanos por la Asociación Peruana de Recursos Humanos (APERHU). Psicoterapeuta Gestalt. Con más de 15 años de experiencia en el sector público, privado y sin fines de lucro. Past Director de la Carrera de Psicología de la Universidad Continental y docente de post grado de la UNMSM. Conferencista en congresos internacionales y nacionales. Mi enfoque se basa en la empatía, en el logro de objetivos, en la calidad del servicio al usuario y en las prácticas basadas en evidencia científica.

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