A continuación se presenta una Guía MAS de Lazarte completa para el trastorno por sadismo sexual coercitivo (código 6D33 en la CIE-11). Esta guía integra aspectos descriptivos, etiológicos, diagnósticos, terapéuticos y preventivos, sustentándose en evidencia científica, criterios diagnósticos internacionales y literatura especializada. Se busca mantener un enfoque técnico, a la vez cálido y humanizado, priorizando la comprensión integral del fenómeno.
1. Descripción y criterios diagnósticos
El trastorno por sadismo sexual coercitivo se caracteriza por una excitación sexual intensa y recurrente que surge al infligir sufrimiento físico o psicológico a otra persona sin su consentimiento. A diferencia del sadomasoquismo consensuado, en este trastorno la víctima no da su consentimiento, lo que implica coerción, violencia, daño real o potencial y transgresión de la dignidad de la otra persona.
De acuerdo con la CIE-11 (6D33) y el DSM-5, los criterios esenciales incluyen:
- Presencia de fantasías, impulsos o comportamientos sexuales por al menos seis meses, asociados con el sufrimiento físico o psicológico de una víctima no consentidora.
- Estas fantasías o actos provocan malestar significativo en la persona o conducen a un daño real o potencial hacia la víctima.
- No se explica mejor por otras condiciones médicas, neurológicas, efectos de sustancias u otros trastornos mentales.
Es crucial diferenciar entre actividad sadomasoquista consensuada (donde ambas partes lo aceptan y disfrutan) y el trastorno por sadismo sexual coercitivo, el cual viola los derechos fundamentales de la otra persona, genera daño y constituye una agresión sexual.
2. Etiología
La etiología es multifactorial, incluyendo factores biológicos, psicológicos y socioculturales:
- Factores biológicos: Alteraciones en circuitos cerebrales vinculados a la agresión, el control de impulsos y la excitación sexual. Desregulación neuroquímica (e.g., serotonina, dopamina) que modula la conducta agresiva y sexual (Kafka, 2014).
- Factores psicológicos: Distorsiones cognitivas que justifican la violencia sexual, ausencia de empatía hacia la víctima, dificultad para establecer relaciones consensuadas e igualitarias, posible historia de abuso o exposición temprana a violencia sexual (Seto, 2017).
- Factores socioculturales: Entornos en los que la violencia, la deshumanización o la objetualización del otro están normalizadas, falta de educación sexual basada en el consentimiento, y contextos sociales permisivos frente a la violencia.
3. Factores predisponentes
- Historia de abusos físicos, sexuales o emocionales en la infancia.
- Falta de habilidades sociales y dificultad para formar vínculos íntimos basados en la igualdad y el respeto.
- Otras parafilias, trastornos antisociales o rasgos psicopáticos que reducen la empatía y la culpabilidad.
- Creencias arraigadas de poder y dominio asociadas a la sexualidad.
4. Factores precipitantes
- Situaciones de estrés, frustración o ira, que podrían canalizarse a través de la violencia sexual.
- Acceso a contenidos explícitos que promueven la violencia sexual no consensuada.
- Consumo de sustancias que disminuyen la inhibición y el control de impulsos, aumentando la probabilidad de actuar las fantasías violentas.
5. Factores mantenedores
- Reforzamiento sexual: La excitación y el orgasmo experimentados durante la agresión sexual actúan como potentes reforzadores.
- Distorsiones cognitivas: “Ella/él se lo buscó”, “No fue tan grave”, “Las víctimas a veces disfrutan sin saberlo”.
- Falta de consecuencias inmediatas o jurídicas, perpetuando la conducta.
- Ausencia de tratamiento y apoyo psicológico para la persona con el trastorno.
6. Evaluación
La evaluación debe ser integral y multidisciplinar:
- Entrevistas clínicas estructuradas: Explorar la historia sexual, las actitudes hacia el consentimiento, la presencia de fantasías sádicas, el malestar experimentado y la comprensión del daño causado (Seto & Lalumière, 2010).
- Instrumentos psicométricos: Cuestionarios sobre impulsividad, empatía, actitudes sexuales coercitivas, distorsiones cognitivas y rasgos psicopáticos.
- Evaluación del riesgo de reincidencia: Uso de escalas validadas para predecir riesgo de violencia sexual futura (Hanson & Morton-Bourgon, 2009).
7. Diagnóstico diferencial
Es esencial distinguir el trastorno por sadismo sexual coercitivo de otros trastornos y condiciones:
- Sadomasoquismo consensuado: Aquí la actividad sexual dolorosa es consentida, negociada y deseada por todas las partes.
- Trastorno antisocial de la personalidad o rasgos psicopáticos: Pueden coexistir, pero el trastorno por sadismo sexual coercitivo se centra en la excitación sexual derivada del sufrimiento no consentido.
- Otros trastornos parafílicos (e.g., violación sexual forzada no consensuada como patrón): Podría confundirse, pero el sadismo sexual implica placer directo en el sufrimiento de la víctima, más allá del simple acto sexual forzado.
8. Tratamiento
El abordaje terapéutico debe ser integral y multimodal:
- Terapia cognitivo-conductual (TCC): Orientada a identificar y reestructurar distorsiones cognitivas, desarrollar estrategias de manejo de impulsos, aumentar la empatía y la responsabilidad por el daño causado, y prevenir recaídas (Marshall & Marshall, 2015).
- Intervenciones farmacológicas: ISRS para controlar impulsos sexuales violentos, y en casos severos agonistas de la GnRH para disminuir la libido (Bradford, 2007).
- Psicoeducación: Fomentar el entendimiento del consentimiento, la ética sexual, la reciprocidad y las consecuencias legales y morales de la violencia sexual.
- Abordaje forense y legal: Cuando hay crímenes cometidos, es necesaria la intervención en un contexto legal, la colaboración con autoridades, supervisión judicial y programas de rehabilitación específicos.
9. Pronóstico
El pronóstico es complejo y depende de la motivación del individuo para el cambio, la severidad del trastorno, la presencia de rasgos antisociales, el acceso a intervenciones especializadas, la supervisión legal y el apoyo social. La investigación sugiere que, con tratamiento sostenido y medidas de control adecuadas, pueden reducirse las conductas coercitivas, aunque el riesgo nunca se elimina completamente (Fedoroff, 2016).
10. Prevención
- Prevención primaria: Educación sexual integral, basada en el respeto, el consentimiento, la igualdad de género y la no violencia, desde temprana edad.
- Prevención secundaria: Identificación y abordaje temprano de fantasías sádicas antes de la consumación de actos coercitivos, ofreciendo ayuda psicológica especializada.
- Prevención terciaria: Seguimiento post-tratamiento, soporte en redes de apoyo, monitoreo legal continuo, grupos terapéuticos y programas de prevención de recaídas.
Resumen de ideas clave:
- El trastorno por sadismo sexual coercitivo implica excitación sexual a costa del sufrimiento no consentido de otra persona.
- Su etiología es multifactorial, con componentes biológicos, psicológicos y sociales.
- El tratamiento se basa en TCC, psicoeducación, farmacoterapia y supervisión forense.
- La prevención, la detección temprana y la intervención oportuna son fundamentales.
Juicio crítico:
Este trastorno representa una grave amenaza para el bienestar y la seguridad de las víctimas. El abordaje implica un equilibrio delicado entre el respeto por la integridad del paciente (como persona con un trastorno mental) y la protección social frente a la violencia sexual. Las investigaciones actuales señalan la importancia de intervenciones integrales y políticas públicas que promuevan la educación, prevengan la violencia de género y ofrezcan tratamientos basados en evidencia. Sin embargo, se requiere mayor conocimiento sobre la eficacia a largo plazo de las intervenciones, y el desarrollo de sistemas de monitoreo que garanticen la prevención de futuros actos violentos.
Referencias (APA 7.ª ed.):
- American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.).
- Bradford, J. M. W. (2007). The neurobiology, neuropharmacology, and pharmacological treatment of the paraphilias and compulsive sexual behaviour. Canadian Journal of Psychiatry, 52(4), 251-262.
- Fedoroff, J. P. (2016). The paraphilias: Changing trends in diagnosis and treatment. Current Psychiatry Reports, 18(3), 25. https://doi.org/10.1007/s11920-016-0661-8
- Hanson, R. K., & Morton-Bourgon, K. (2009). The accuracy of recidivism risk assessments for sexual offenders: A meta-analysis. Psychological Assessment, 21(1), 1-21. https://doi.org/10.1037/a0014421
- Kafka, M. P. (2014). The DSM-5 diagnostic criteria for paraphilic disorders. Archives of Sexual Behavior, 43(3), 593-600. https://doi.org/10.1007/s10508-013-0236-8
- Marshall, W. L., & Marshall, L. E. (2015). Psychological treatment of the paraphilias. In B. L. Cutler & P. A. Zapf (Eds.), APA handbook of forensic psychology (Vol. 2, pp. 587-604). American Psychological Association.
- Organización Mundial de la Salud. (2019). Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11). OMS.
- Seto, M. C. (2017). The psychology of sexual offending. American Psychological Association.
- Seto, M. C., & Lalumière, M. L. (2010). What is so special about male adolescent sexual offending? A review and test of explanations through meta-analysis. Psychological Bulletin, 136(4), 526-575. https://doi.org/10.1037/a0019700